lunes, 23 de mayo de 2011

Bukowski y las elecciones

I

Bukowski es uno de mis escritores favoritos. Durante años fue, de hecho, mi escritor favorito. Casi todo el mundo conoce al Bukowski bestia, misógino, borracho, demente y enloquecido. Pero su faceta como opinador es un poco más desconocida.

Durante toda esta campaña electoral, me ha venido una frase suya recogida en sus “Escritos de un viejo indecente”, volumen que reúne algunos de los textos publicados en la revista underground Open City a finales de los años 60. La frase se encuentra en el contexto de un artículo largo en el que arremete, con su furia habitual, contra todo y contra todos: las revoluciones, los poetas beat (de los que dice, textualmente, “esos escritores están liquidados, atontados, suavizados, agilipollados, afeminados (no amariconados sino afeminados) y si yo fuese un poli qué ganas me darían de machacar sus cerebros podridos”), la censura del gobierno, el gobierno mismo. TODO. El artículo entero es muy recomendable, pero hay una frase que se me clavó en la mente la primera vez que la leí (calculo que hará de eso unos 15 años) y que me vuelve a la memoria de forma recurrente. Dice Bukowski:

“De todos modos, bien echado está el cierre: darte elegir entre Nixon y Humphrey es como darte elegir entre mierda caliente y mierda fría”

Cambien Nixon y Humphrey por PP y PSOE y tendrán mi pensamiento ante éstas y las próximas elecciones.

II

El discurso político se ha banalizado tanto que se ha convertido en lo más banal de este mundo: una disputa entre dos. No un debate, no. Una disputa repleta de “y tú más” y de “eso no me lo dices en la calle”. Como los niños consentidos que son peleándose por el caramelo más jugoso (el poder)

III

En cuanto a los resultados electorales, más o menos los esperados. Parece que la gente no se da cuenta de que la política española es un ciclo que se repite desde hace más de treinta años. Solamente existen dos partidos: el PP y el PSOE. Los demás son comparsas a los que a veces, según convenga, dejan unirse a la fiesta. Pero solo durante un ratito, el tiempo exacto en que son útiles. Luego nos olvidamos de ellos. El ciclo siempre es el mismo: gobierna uno de los grandes partidos. Una o dos legislaturas. Lo hacen rematadamente mal (unos y otros), gobiernan de espaldas al pueblo, se lucran de manera obscena, se agarran al poder con uñas y dientes. Cuando el pueblo se harta de ver sus caras, cambio de ciclo, elecciones y a gobernar el otro partido grande. Así de sencillo. Es casi como si existiese un pacto previo: tú gobiernas ocho años, pero cuando termine ese plazo me toca a mí.

IV

Y esto es lo que nos espera en el futuro. La llamita ingenua que había empezado a brillar después de las concentraciones en toda España se ha ido apagando. Seguiremos protestando, claro que sí. Y chillando alto. Pero sabemos que de poco va a servir. Sabemos que el año que viene gobernará el PP con mayoría absoluta y hará cosas buenas y muchas cosas malas (como todos los gobiernos) Sabemos que la ley electoral no se tocará (porque, evidentemente, no conviene a los dos grandes partidos), ni la ley de partidos tampoco (a no ser que se modifique para beneficiar aún más a los de siempre). Tenemos claro que los políticos cobrarán sueldos desorbitados, y que se podrán jubilar con 11 años trabajados. También somos conscientes de que seguirán saliendo escándalos y corruptelas y que no pasará nada. Seguirá mandando el enchufismo por encima de los méritos, las mejores mentes de nuestro país seguirán emigrando a tierras más prosperas, el paro seguirá creciendo, los pisos seguirán vacíos y, en definitiva, todo seguirá igual. El mismo número obsceno de coches oficiales, las mismas deserciones en el congreso de los diputados, los mismos insultos indecorosos entre políticos, las mismas palmadas en la espalda cuando las cámaras no están presentes. Y aún así seguiremos protestando. Porque no nos queda otra, porque el recurso del pataleo aún no nos lo han robado, porque de momento no es ilegal gritar.